Viviendo un sueño

Ayer me levanté pero no estaba seguro de realmente haberme despertado o de sí estaba soñando. Ya no me levanto en el que por un par de años había sido mi cuarto, en la cama de la que me he levantado la mayor parte de mi vida. Todo era diferente a lo que tenía planeado. Todo era mejor. Tenía que alistarme para asistir a una serie de conferencias, a rodearme de gente como Josh Miller, Kelsey Falter o incluso Tiago Vidal (en portugués), un joven de 19 años que es de esas personas que le enseñan a uno que todo es posible con esfuerzo cuando uno realmente lo quiere. Fue él la cabeza detrás de todo el concepto y la organización del Go Youth Conference, las conferencias a las que estaba asistiendo todo el fin de semana.

Me desperté pensando que esto no podía ser cierto. Una vida tan diferente a la que hace tres meses me imaginaba que iba a tener. Esperaba que para esta época iba a estar sentado en una oficina, ocho o más horas al día, haciendo lo que mi jefe me dijera. Y no. Ahora estoy en un país diferente. En un continente que muchos queremos visitar, conocer y descubrir, pero que no todos tenemos la oportunidad de hacerlo.

Tengo el privilegio de estar acá, la suerte de haber sido escogido para estar aquí. Es algo que sé que tengo que aprovechar. Todas las experiencias que me están haciendo crecer personal, profesional y académicamente. Experiencias que me van a ayudar a construir un mejor futuro.

Tener la suerte de estar aquí. Tener la suerte de estudiar un poco más. De aprender todos los días. Tener esa oportunidad que muchos creíamos que no íbamos a tener. Una oportunidad que sin buscarla, me encontró. Una oportunidad a través de la cual estoy aprendiendo que esa fue una excepción. Las oportunidades que van a tocarle la puerta a uno no son para nada comunes, pero si uno las recibe y las sabe aprovechar, estas se encargan de crear nuevos caminos en los que uno puede buscar muchas más.

Hoy quiero seguir dormido, quiero seguir viviendo este sueño. Aprovecharlo y disfrutarlo. Pero también espero ansiosamente el día que me toque despertar. El día que vuelva a mi casa, a mi país. Porque ese va a ser el día en que me voy a dar cuenta que realmente nunca estuve dormido. Que todo lo que pasó, todo lo que viví y todo lo que aprendí fue real. Que todo eso sigue conmigo, se va a quedar conmigo y lo voy a aprovechar.

Mientras tanto, me voy a seguir soñando.