Perspectiva

Hacer una evaluación de casi cualquier cosa en la vida es muy subjetivo y depende de la perspectiva desde la cual lo estamos evaluando. Esto genera problemas porque normalmente en vez de evaluar realmente las cosas, terminamos simplificando el proceso y simplemente comparando con lo que vemos o sabemos que tienen o hacen los demás.

Sin buscar evidencias, me atrevo a decir que esto no es fenómeno reciente y que los seres humanos lo hemos estado haciendo hace mucho tiempo. Antes las personas se comparaban con las personas de las comunidades a las que pertenecía (vecinos, trabajo, etc.) y estas comparaciones no eran tan envidiosas porque las personas pertenecían casi que exclusivamente a comunidades locales donde la mayoría de las personas estaban en niveles parecidos, social y económicamente hablando.

Tener acceso a personas fuera de la comunidad en la que se vivía era muy difícil pero esto cambió drásticamente de un momento a otro con el acceso a internet. Ahora pasamos varias horas del día comparándonos con todos las personas a las que seguimos en redes sociales: desde famosos, hasta compañeros de colegio que no hemos visto en muchos años. Además ahora podemos pertenecer a un sinnúmero de comunidades en donde podemos tener todo o nada en común con personas que están a miles de kilómetros de distancia.

Esto quiere decir que ahora estamos evaluando muchos aspectos de nuestras vidas haciendo comparaciones con personas de culturas diferentes y que pueden tener una forma de pensar opuesta a la nuestra. Ya no nos estamos comparando con nuestro vecino o compañero de trabajo, personas con las que seguramente teníamos mucho en común, sino que ahora podemos estar viendo una familia que decidió vender todo lo que tenía para dedicarse a viajar indefinidamente y cuestionándonos por qué fue que nosotros no hicimos eso “cuando éramos jóvenes” o por qué ahora que somos jóvenes no estamos haciendo algo así, sino que estamos sentados frente a una pantalla de computador 8 horas al día trabajando para alguien más.

Todas estas comparaciones pueden llevarnos a la frustración o incluso a la depresión. Es por esto que debemos estar atentos cuando hacemos evaluaciones y pensar siempre en si nuestras vidas están mejor hoy que ayer. Si, según las otras opciones, lo que estamos haciendo era la mejor opción y si vemos que no, por qué no cambiamos de rumbo.

Para mí, nuestras evaluaciones deben estar basadas en nosotros mismos: qué queremos, para dónde vamos, qué vamos a hacer para llegar allá, cómo estábamos ayer y cómo estamos hoy. Las comparaciones que debemos hacer deben ser qué estamos haciendo contra qué debemos estar haciendo para llegar a donde queremos; qué puedo hacer o aprender hoy para ser mejor de lo que era ayer.

Pero para poder hacer esto debemos tener en cuenta las circunstancias en las que estamos. Debemos ser realistas. Con esto no quiero decir que debemos dejar de soñar o de ponernos grandes metas, me refiero a que debemos evaluar las cosas desde donde estamos parados hoy. No podemos dejar que nuestros mayores sueños nos afecten negativamente.

Si nuestro sueño es no tener que trabajar nunca más en la vida para disfrutar todo el tiempo del mundo con nuestras familias pero en este momento estamos ganando poco y trabajando 60 horas a la semana incluyendo los fines de semana, no podemos dejar que ese sueño se desvanezca o que nos frustre porque parece demasiado lejano de nuestra realidad.

También podemos tomar partes de nuestro sueño y empezar a vivirlas hoy, así sea con menos intensidad. Con el ejemplo anterior, podemos ver en qué estamos desperdiciando tiempo (viendo series, en Facebook o Instagram, etc.) y dedicar más tiempo a nuestra familia. No es cumplir nuestro gran sueño de no trabajar y estar todo el día con ellos, pero si sumamos una hora más al día a lo que queremos, al final de la semana van a ser 7 horas más, al final del mes 30-31 horas más, al final del año ¡365 horas más con nuestra familia! Y todo esto con un simple cambio, que no hizo que cumpliéramos nuestro sueño, pero nos sí nos acercó de una forma nada despreciable a una de sus partes.

Tenemos demasiado poder, mucho más del que imaginamos, sobre cómo nos sentimos. No digo que sea fácil hacerlo, cualquiera persona que me conozca fácilmente puede decir “predica pero no aplica”, pero es algo en lo que intento trabajar. Hay que disfrutar más la vida y una de las formas de hacerlo es dejando a un lado las comparaciones envidiosas y evaluando nuestras vidas viendo las cosas desde otra perspectiva.