2018

Este año me dijeron que, contrario a lo que yo creía, tiendo a ser negativo en mi forma de ver ciertas cosas y creo que justamente eso me pasa con el 2018. Mi primera reacción hubiera sido decir que no fue un año bueno, pero si miro para atrás, ¡fue un año increíble!

Fui a Cancún a las conferencias de [Anarchapulco y Cryptopulco]((https://anarchapulco.com/) y conocí a gente increíble del equipo de trabajo de Bitnation. Conocí el desierto de la Tatacoa y por fin fui al parque Tayrona. Estuve casi dos meses en verano en Seattle, Portland y Nueva York y lo más gratificante del viaje fue haber podido patrocinarle la mayor parte a mi hermana también (¡la mejor compañía siempre!) También estuve en Cali y, como siempre, los paseos con amigos por aquí cerca en Boyacá y Cundinamarca.

El segundo semestre fue un buen año para mis entrenamientos. Corrí los 10K de Unicef en un tiempo menos a mi objetivo y le bajé varios minutos al ascenso a patios en la bicicleta de montaña. También me inscribí a la Media Maratón de Bogotá (MMB) pero no la corrí porque terminé yéndome de viaje.

Este año renuncié a mi trabajo tradicional y trabajé en muchos proyectos diferentes. Me fue mucho mejor de lo que me hubiera imaginado pero no en los proyectos que yo hubiera querido.

Y es ahí donde empiezan las cosas no tan chéveres que no deberían opacar todo lo bueno que hubo. Pero de todas formas creo que es importante resaltarlas y ver qué se puede aprender para el próximo año.

Lo primero fue que no dediqué el tiempo que debí a construir lo mío. O bueno, creí que lo estaba haciendo pero al final resultó no ser tan mío como yo había pensado. El punto es que hoy no he construido lo que esperaba construir después de 10 meses de haber renunciado. No me arrepiento porque tuve ingresos mucho mayores a los que hubiera esperado en mi primer año como independiente, pero en este momento creo que es más importante para mí construir e invertir que simplemente ganar mucho y gastárselo todo.

En un punto me empecé a sentir muy solo porque trabajar desde la casa reduce la cantidad de interacciones y de personas con las que se interactúa, pero en los últimos meses le di prioridad a salir, a ir a trabajar en un espacio de co-working y a verme más con amigos que no frecuentaba tanto.

También tuve una caída fuerte montando en bicicleta que terminó en 2 (casi 3) fracturas y que me tuvo quieto mucho tiempo y eso me desesperó mucho. Al poco tiempo se terminó mi relación de 6.5 años y fue una experiencia dolorosa pero que me enseño muchas cosas. Y entre la recuperación de mis huesos y de mi dolor sentimental se pasó una gran parte del año que a primera vista opaca todo lo demás.

¡Pero no! Este fue un gran año, es muy difícil tener un año perfecto, pero lo que tenemos que aprender a hacer es agradecer por lo que fue. Por los buenos momentos y por las lecciones que aprendimos de los no tan buenos. Por las nuevas relaciones y por las que fueron y ya no son. Por las amistades que se fortalecen y por las que dejamos a un lado porque no nos aportaban lo que deberían.

Mis metas siempre son muy ambiciosas y eso también influye en no ver todo lo bueno fácilmente. Si no cumplimos nuestras metas es fácil decir que no fuimos tan buenos como esperábamos. Pero no es así, es porque mis metas no fueron objetivos concretos y eso es algo que quiero cambiar para el próximo año.

En el 2019 me propongo:

2018, gracias. Universo, gracias. Vida, gracias. A todo el que lea esto, gracias. ¡Gracias!